domingo, 29 de junio de 2008

Carta al infierno-Tzvi Meiri

Hay una pregunta que me ronda por la cabeza, aunque no se muy bien cual es... si alguno me la puede aclarar!... Tiene algo que ver con.. cuál era la forma de vencer? sobrevivir, a pesar de todo, o elegir morir luchando?

Para el oficial de la S.S., comandante del campo de exterminio
Aushwitz:
Finalmente llegó el momento que sepa estas cosas de mi parte, preso
número
17724 de Aushwitz:
Fui yo quien fue traído aquí con mi familia como bestias, en un vagón
de
animales, en condiciones que no pueden ser descriptas durante dos noches y
dos días hacia su campo, sin que nos den agua o podamos bajar para hacer
nuestras necesidades durante todo el camino. Ni sentarse se podía,
organizamos turnos para que alguien pueda sentarse de vez en cuando.
Fui yo quien fue arrastrado brutalmente de los vagones. Al llegar a ese
lugar horroroso, en el cual me despedí de mi familia, y a la que en su
mayoría no volví a ver con vida. Fui obligado a desnudarme, fui llevado
a golpes dentro de una manada de gente totalmente humillada!, al igual que
yo,
a la selección.
Fui seleccionado a seguir viviendo, por el momento, y a sufrir. Pero fue
algo temporario, hasta agotar mi última gota de vida.
Soy yo quien fue vestido con un pijama finito a rayas y dos zuecos de
madera para pierna izquierda, me tatuaron un número y me tiraron junto
con todos a una jaula enorme llamada el campo de los gitanos.
Soy yo, quien fue humillado de todas las maneras posibles, me hicieron
pasar hambre sin límite y me dieron un puré de remolacha de bestias en
una
olla no lavanda que sacaron de las cosas que robaron de los judíos. Junto
con
nueve prisioneros más, esperamos para tomar o comerlo sin una cuchara o
tenedor en una cola mientras cada uno fijaba su mirada hambrienta en su
compañero para ver cuanto comía.
Soy yo, quien recibió quince golpes con un cable grueso de electricidad
> cuando intenté sacar la cáscara de una papa de la basura de la cocina
del
S.S.
Soy yo quien trabajó como un esclavo dieciséis horas en una mina de
sal
por
las cuales recibí 160 gramos de pan y medio litro de agua por día.
Salté, corrí y me tiré al piso según la orden y la locura del
oficial de
turno quien seleccionaba la vida o la muerte de vez en cuando. La regla
para
la vida era la distancia del salto y la velocidad de la corrida. Y a pesar
de
todo yo viví y no me morí, a pesar de que más de una vez, tuve la idea
de
acabar con la lucha y ponerle a esto un fin.
Y aquí, ahora, una parte de un artículo del diario que apareció esta
semana
en Israel: 'miembros de una delegación de cincuenta personas,
jóvenes del
movimiento kibutziano, pusieron flores e izaron la bandera israelí,
finalizando el acto leyeron Kadish y cantaron Hatikva'
¿Sabe dónde? En Aushwitz!
Quería que sepa, que una de las participantes de esta delegación es mi
nieta, nieta de un ex preso de Aushwitz.
Pasaron 42 años, en los cuales no pude no martirizarme y pensar:
¿cómo
fue
que no me revelé?, me avergoncé frente a mis hijos y casi no les conté
nada
sobre mi experiencia allí, en ese otro planeta, porque me sentí llevado
como
oveja al matadero.
Y de repente mis nietos (todos unos sabras, ¿sabe?) me ayudaron a
comprender. Yo sí me revelé, sí luche contra ustedes, porque ustedes me
querían ver allí muerto y derramar mi ceniza junto a las cenizas de
muchos
más, en los campos de Aushwitz. Pero yo no me rendí frente a ustedes, y
ahora
hay continuidad y un futuro.
Mi nieta pasó los odiados portones de Aushwitz, erguida y orgullosa,
participante de una delegación israelí, bajo la bandera de Israel. Y
allí,
en
el valle de la muerte cantó Hatikva, el himno del Estado de Israel.
Y así es que no fui como oveja al matadero, sino que luché, me revelé
y
seguí adelante. Así es como en una guerra entre nosotros, fui yo el que
gané.
El símbolo de mi triunfo, es mi nieta.
Firmado por:
>El abuelo de Segit, integrante de la delegación israelí

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