Encontré el eje donde se sostiene toda la teoría capitalista. El punto en el cual empujar para que todo el sistema caiga, para que pierda el equilibrio. No es nada complejo, no es nada que necesite de grandes especuladores ni de revoluciones ni de pensadores que sepan explicar sus ideas a la gente. Es solo detectar la base, y es una base finita, débil. Totalmente instaurada, es el único invonveniente.
El plan es convencer, a todos, de que las personas no existen solo desde que nacen, sino desde la concepción. Tiene argumentos válidos, no va a ser tan dificil. Y ahora, expongo consecuencias: es probable que nadie se acuerde exactamente el día de la concepción. Esta mentira de usar el día de nacimiento como día de cumpleaños cada año porque es un día que se sabe exactamente cual es, es un invento de los fabricantes de regalos baratos, de las empresas telefónicas y de comunicación que se preveían hace dos siglos cuando inventaron esto, de los que hacen tarjetas pedorras sin imaginación y sin saber ni quién las manda ni a quién, de los que no se saludan en un año y de repente se dan cuenta que existen ese día, de los que se ponen de buen humor solamente ese día por ser ese día, de los que venden elementos de tortura como tijeras y pintura con la excusa de que ese día todo vale, de los que sacan para rellenar hojas de diarios que no saben con que llenar felicitaciones por cumpleaños, de los que tienen horóscopos que siempre la pegan, incluso las predicciones que no son de tu signo, del lavaje de cerebros desde niños que solo esperan regalos y no a los invitados, de los que organizan superfiestas con sonrisas falsas para foto, de los que suprimen te quieros para esas fechas, de los que dicen te quieros aunque no lo sientan en esas fechas, de los que fabrican la ropa digna de cumpleañero, del que va al cumpleaños, mejor que la otra que también va al cumpleaños, de los que hacen globos que no duran nada, de los que venden afiches y fibrones para hacer los carteles, de los que siguen, pero me canse de decirlos, de escracharlos, de exponerlos publicamente.
Pero decirselo en la cara no hace que cambie nada. En cambio, si convencemos a todos de que en realidad existimos desde la concepción, y nadie sabe cuándo fue que uno es concebido, se produce una ola de confusión que rompe con este pilar del capitalismo que es la fiestita de cumpleaños que nadie nota, pero del que inconscientemente todos somos parte.
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