lunes, 3 de septiembre de 2007

El lobo estepario-Hermann Hesse

Estuve leyendo este libro, recomendado por Elba (porque a mi me recomienda libros Elba, no cualquiera) y si bien yo no se lo recomendaría a nadie, encontré algunas partes que me gustaría mostrarles.



"(...) no obstante, vivía en muchos aspectos de un modo enteramente burgués; tenía dinero en el banco y ayudaba a parientes pobres, es verdad que se vestía sin atildamiento, pero con decencia y para no llama la atención; procuraba vivir en buena paz con la Policía, con el recaudador de contribuciones y otros poderes parecidos. (...) el mundo de la pequeña burguesía,hacia las tranquilas y decentes casas de familias, con jardinillos limpios, escaleras relucientes y toda su modesta atmósfera de orden y de pulcritud. Le gustaba tener sus pequeños vicios y su extravagancia, sentirse extaburgués (...) pero no habitaba (...) donde no hay burguesía ya. (...) se quedaba siempre viviendo en los dominios de la burguesía, con cuyos hábitos, normas y ambiente no dejaba de estar en relación, aunque fuera antagónica y rebelde. Además, se había criado en una educación de pequeña burguesía y había conservado desde entonces una multitud de conceptos y rutinas. (...) Educado con severidad y buenas costumbres en una casa culta de la burguesía, estaba siempre apegado con parte de su alma a los órdenes de este mundo, aún después de haberse individualizado hacía mucho tiempo por encima de toda medida posible en un ambiente burgués y de haberse libertado del contenido ideal y del credo de la burguesía.

(...) el burgués (...) nunca habrá de sacrificarse o de entregarse ni a la embriaguez ni al ascetismo, nunca será mártir ni consentirá en su aniquilamiento. Al contrario, su ideal no es sacrificio, sino conservación del yo, su afán no se dirige ni a la santidad ni a lo contrario; la incondicionalidad le es insoportable; si quiere servir a Di-s, pero también a los placeres del mundo; si quiere ser virtuoso, pero al mismo tiempo pasarlo en la tierra un poquito bien y con comodidad. (...) trata de colocarse (...) en una zona templada y agradable (...) y esto lo consigue (...) aun a costa de aquella intensidad de vida y de sensaciones que proporciona una existencia enfocada hacia lo incondicional y extremo. (...) Pero el burgués no estima a nada tanto como al yo (claro que un yo desarrollado solo rudimentariamente). A costa de la intensidad alcanza seguridad y conservación; en vez de posesión de Di-s, no cosecha sino tranquilidad de consciencia; en lugar de placer, bienestar; en vez de libertad, comodidad; en vez de fuego abrasador, una temperatura agradable."

"(...) Es evidente que volverá a haber guerra, (...) por ello es natural que uno este triste; pero esto no tiene valor alguno. Es exactamente lo mismo que si estuviéramos tristes porque, a pesar de todo lo que hagamos en contra, un día indefectiblemente hayamos de tener que morir. La lucha contra la muerte, querido Harry, es siempre una cosa hermosa, noble, digna y sublime (...) Pero no deja de ser en todo caso una quijotada sin esperanza.
-(...) con tales verdades, (...) si todo es igual y nada merece la pena, con esto se hace uno la vida superficial y tonta. ¿Es qué hemos de prescindir de todo,de renunciar a todo espíritu, a todo afán, a toda humanidad, y dejar que siga triunfando la ambición y el dinero y aguardar la próxima movilización tomando un vaso de cerveza?
(...)-Tu vida no ha de ser superficial y tonta, porque sepas que tu lucha es estéril. Es mucho más superficial, Harry, que luches por algo bueno e ideal y creas que has de conseguirlo. ¿Es que los ideales están ahí para que los alcancemos?¿Vivimos nosotros los hombres para suprimir la muerte? No; vivimos para temerla, y luego, para amarla, y precisamente por ella se enciende el poquito de vida alguna vez de modo tan bello durante una hora."

"(...) ¿Quién gobernó el mundo en su época, quién se llevó la espuma, quién daba el tono y representaba algo: Mozart o los negociantes, Mozart o los hombres adocenados y superficiales? (...) siempre a sido así y siempre será igual, que el tiempo y el mundo, el dinero y el poder, pertenecen a los mediocres y a los superficiales, y a los otros, a los verdaderos hombres, no les pertenece nada, solo la eternidad."

"(...)Yo era una muchacha de buenas disposiciones y destinada a vivir con arreglo a un elevado modelo, a tener para conmigo grandes exigencias, a cumplir dignos cometidos. Podía tomar sobre mi un gran papel, ser la mujer de un rey, la querida de un revolucionario, la hermana de un genio, la madre de un mártir. Y la vida no me ha permitido más que llegar a ser una cortesana de mediano buen gusto; ¡ya esto solo se ha hecho bastante difícil! Así me ha sucedido. (...) La vida, pensé, ha de tener al fin razón siempre; y si la vida se burlaba de mis hermosos sueños, habrán sido necios mis sueños, decía yo, y no habrán tenido razón. (...) me fijé con interés en la llamada vida, en mis vecinos y en mis amistades, medio centenar largo de personas y de destinos, y entonces vi, Harry, que mis sueños habían tenido razón, mil veces razón, lo mismo que los tuyos. Pero la vida, la realidad, no la tenía. Que una mujer de mi especie no tuviera otra opción que casarse con uno de estos ganadineros por su posición, o si no, convertirse en una especie de meretriz, eso era tan poco justo como que un hombre como tú tenga, solitario, receloso y desesperado, que echar mano a a navaja de afeitar. (...) ¿Crees que no soy capaz de comprender tu terror ante el fox-trot, tu repugnancia hacia los bares y los locales de baile, tu resistencia contra la música de jazz y todas estas cosas? Demasiado bien lo comprendo, y lo mismo tu aversión a la política, tu tristeza por la palabrarería y el irresponsable hacer que hacemos de los partidos y de la Prensa, tu desesperación por la guerra, por la pasada y por la venidera, por la manera cómo se hoy se piensa, se lee, se construye, se hace música, se celebran fiestas, se promueve la cultura. Tienes razón, lobo estepario, mil veces razón, y, sin embargo, has de sucumbir. Para este mundo sencillo de hoy, cómodo y satisfecho con tan poco, eres tú demasiado exigente y hambriento; el mundo te rechaza, tienes para él una dimensión de más. El que hoy quiera vivir y alegrarse de su vida, no ha de ser hombre como tú ni como yo. El que en lugar de chinchín exija música, en lugar de placer alegría, en lugar de dinero alma, en vez de loca actividad verdadero trabajo, en vez de jugueteo pura pasión, para ése no es hogar este bonito mundo que padecemos..."

"(...) iba aumentando dentro de mí ese sentimiento de marchitez y de fiesta de despedida, este sentimiento dulce e íntimamente doloroso, de mezcla con todos los escenarios y cosas de mi vida anterior, que no había sido resuelta nunca por completo, pero cuya solución estaba ahora a punto de madurar. El hombre moderno llama a esto sentimentalismo; no ama ya las cosas, ni siquiera lo que le es más sagrado, el automóvil, que espera poder cambiar lo antes posible por otra marca mejor. Este hombre moderno es decidido, sano, activo, sereno y austero, un tipo admirable; se portará a las mil maravillas en la próxima guerra. (...) estaba contento y agradecido de notar en mi abrasado corazón algo así como sentimientos. De esta manera me entregué a los recuerdos del viejo cafetín, a mi apego a las viejas y toscas silla; me entregué al vaho de humo y de vino, al sentido esfumado del hábito, de calor y de semejanza de hogar que tenía para mí todo aquello. El despedirse es hermoso, entona dulcemente. Me gustaba el asiento duro y mi vaso rústico, me gustaba el sabor fresco y a las frutas del alsaciano, me gustaba la familiaridad con todo y con todos en este lugar; las caras de los bebedores acurrucados y soñadores, de los desengañados, cuyo hermano había sido yo mucho tiempo. Eran sentimentalidades burguesas las que yo sentía aquí, ligeramente salpicadas con un perfume de romanticismo pasado de moda, procedente de la época de muchacho, cuando el café, el vino y el cigarro eran aún cosas prohibidas, extrañas y magníficas."

"(...) En todas las paredes anuncios fieros y magníficamente llamativos invitaban a toda la nación, en letras gigantescas que ardían como antorchas, a ponerse al fin al lado de los hombres contra las máquinas, a asesinar por fin a los ricos opulentos, bien vestidos y perfumados, que con ayuda de las máquinas sacaban el jugo a los demás y hacer polvo a la vez sus grandes automóviles, que no cesaban de toser, de gruñir con mala intención y de hacer un ruido infernal, a incendiar por último las fábricas y barrer y despoblar un poco la tierra profanada, para que pudiera volver a salir la hierba y surgir otra vez del polvoriento mundo de cemento algo así como bosques, praderas, pastos, arroyos y marismas. Otros anuncios, en cambio, maravillosamente pintados y estilizados magníficamente, en colores más finos y menos infantiles, redactados en una forma muy inteligente y espiritual, prevenían con afán a todos los propietarios y a todos los circunspectos contra el caos amenazador de la anarquía, cantaban con verdadera emoción la bendición del orden, del trabajo, de la propiedad, de la cultura, del derecho, y ensalzaban las máquinas como la más alta y última conquista del hombre, con cuya ayuda habríamos de convertirnos en dioses."

"Me había ido sumiendo en un estado de ánimo verdaderamente lastimoso. Me veía a mi mismo, un peregrino muerto de cansancio, caminar errante por los desiertos del más allá, cargando con muchos libros inútiles que había escrito, con todos los ensayos, con todos los folletones, seguido del ejército de cajistas que habían tenido que trabajar en ellos, del ejército de lectores que habían tenido que tragarse toda mi obra. ¡Di-s mio! Y Adán, y la manzana, y toda la restante culpa hereditaria estaban además allí. Es decir, que todo esto había que purgarlo, purgatorio infinito, y entonces surgiría la cuestión de si detrás de todo esto existía todavía algo personal, algo propio, o si todo mi trabajo y sus consecuencias no eran más que espuma vacía sobre la superficie del mar, juego sin sentido no más en el torrente de los sucesos."

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