sábado, 19 de julio de 2008

AMIA

14 años de impunidad. Pero no voy a hablar de impunidad, se ve en los ojos que no encuentran respuesta y miran los lugares vacíos, se escucha en los ecos de las palabras que durante catorce años se repitieron pidiendo lo que nunca se cumplió, se hace evidente en las cárceles vacías.
14 años de mentiras. Y de personas que faltan, y de sueños que no se cumplieron, y de la verdad que nadie dice, pero para qué hablar de eso. Si todos sabemos lo que es la vida, si todos sabemos lo que es la muerte. Si todos sabemos lo que es el miedo, si todos sabemos que hay alguien que conoce la verdad y no la dice. No hablemos de tristezas, porque solo hace falta sentirlas. Quiero otra vez que sumemos nuestras voces al pedido de justicia, espero que esta vez nuestras palabras no queden en la nada. Pero hagamos algo más… debemos hacer algo más que solo esperar.
Memoria, para que no se repita. Pero no nos quedemos solamente con lo que paso. Preguntémonos por qué.
¿Por qué hoy ochenta y cinco vidas faltan? ¿Por qué ellos? Hay preguntas sin respuestas… por eso, no hablemos ahora de esas preguntas.
¿Por qué alguien pensó en matar? ¿Por qué alguien mató? ¿Habrá pensado en lo que es la muerte? ¿Todavía no se arrepintió? Odiar… cuando uno odia, puede matar. Porque no es una persona lo que él mata, no es una persona lo que él ve.
Pero… ¿Por qué el odio? ¿Por qué alguien llega a odiar? Quién le habrá enseñado que era superior a alguien… Quién le habrá dicho que existían personas malas, quién le habrá dicho que él era el bueno…de dónde habrá sacado el ejemplo.
No nos quedemos solo en buscar culpables, también acabemos con lo que los formó. Tal vez es la oportunidad de empezar a cambiar en algo, de dejar de ser una sociedad individualista, material, fría. Tal vez sea momento de buscar cosas que nos unan además de las lágrimas, de buscar sonrisas a cada paso, en cada lugar y con cualquiera que este cerca nuestro. Quizá sea el momento de abrirnos al mundo, y que todos sepan que por dentro sentimos, soñamos, reímos, lloramos. Tal vez si comenzamos a ser sinceros, tal vez si intentáramos entender al otro.
Y ya no habría excusas para odiar, ya nadie necesitaría odiar. Y ya no habría miradas vacías, ya no habría muertes inútiles, ya no habría preguntas sin respuesta.
Es el momento de cambiar. Sin olvidar, sin dejar de pedir justicia, sin ocultar el dolor. Pero haciendo que ya nadie pueda encontrarle sentido a terminar una vida. Demostrando que nuestras vidas tienen valor, igual que la de los demás.
Para que los 14 años no hayan sido solo una espera inútil.

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