sábado, 7 de febrero de 2009
Fraudes-Caparrós
¿No exageran, muchachos? Se reúnen y claman indignados: que si el Gobierno no acepta cambiar las boletas de las próximas elecciones significa que está preparando “un nuevo fraude”. No sé cuál era el anterior pero, en cualquier caso, me sorprendió que unos partidos que han ganado elecciones con este sistema de boletas –UCR, CC, PS, Pro– lo consideren garantía de fraude. Así que me preocupé, leí sus explicaciones: repiten una y otra vez que el sistema de boleta única que proponen sirve “para que no falten boletas de una fuerza política dentro del cuarto oscuro”. Para eso, en mi pueblo, se usaban los fiscales, que tenían que ir a revisar de tanto en tanto que esas boletas estuvieran ahí. Durante algunas décadas el mecanismo funcionó, pero de pronto les parece mal. Uno podría sospechar que es porque ya no tienen fiscales: porque ya no tienen militantes. Muchachos, tengan fiscales: dejen de hacer televisión, dejen de hacer transitas, hagan política, convenzan militantes, consigan adherentes, organícenlos y pídanles que fiscalicen. Y si no pueden, no les echen la culpa a los que sí. Quizá suene incorrecto, pero si un partido político no consigue juntar siquiera los fiscales necesarios no sé si tiene derecho –político– a querer ganar en unas elecciones.Me pregunto también si no se confunden, muchachos. Digo, porque claman indignados por el tema de la boleta única y se olvidan de aquello que sí modifica radicalmente la forma en que elegimos a nuestros representantes: la lista sábana, el curro que siguen usando sus partiditos para hacernos votar todo tipo de sapos, y para negociar con dudosos elementos y pagarles sus favores: no te preocupes, hermano, cuando salgas de la cárcel te pongo 11 en la lista y capaz que podés ser concejal. Esta boleta única que proponen resultaría, entre otras cosas, la consagración de la sábana: votaríamos, dicen ustedes, con un papel donde ni siquiera están escritos los nombres de los candidatos que caigan más allá del tercer puesto de las listas.Y me vuelvo a preguntar si no exageran. Por momentos uno pensaría que lo hacen a propósito: que lanzan la propuesta con tanta ira que el Gobierno no puede aceptarla porque estaría claudicando; entonces, como no lo va a hacer, ustedes podrán decir que las elecciones fueron fraudulentas –porque se hicieron igual que todas las anteriores–. Pero uno no es mal pensado, así que prefiere imaginar que esa ira, muchachos, es un efecto de la crispación argenta actual. Todo tan tremebundo: un asesinato es una masacre, un accidente una tragedia, una medida de gobierno el fin de la nación o, si acaso, del mundo –a veces, por suerte, el universo parece estar a salvo–. Esos sí que son fraudes. Yo no estoy en contra de la crispación: creo que hay situaciones en que vale la pena y algunas en que corresponde ir incluso más allá. Pero esta crispación permanente por pavadas se acerca a la caricatura y ni siquiera es muy graciosa. Y encima es un peligro: si no lo creen, pregúntenle al pastorcito mentiroso.
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1 comentario:
estoy de vacaciones, no me hagas leer cosas largas. la proxima dedicame un post BIEN CORTITO. para epoca de febrero primo,. vos entenderas.
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