domingo, 11 de mayo de 2008

Reflexiones sobre la cuestión judía-Sartre

Es un libro bastante interesante. Me gustó la forma en que lo escribió. Creo que lo escribió en el 44, o por ahí, porque dice la fecha de edición 1988, pero no creo que lo haya escrito después de muerto. En fin…

“Un hombre puede ser buen padre y buen marido, ciudadano escrupuloso, amante de las letras, filántropo y, además, antisemita. Puede ser aficionado a la pesca y a los placeres del amor, tolerante en materia religiosa, lleno de ideas generosas sobre la condición de los indígenas del África y, además, aborrecer a los judíos.”

“(…)me niego a llamar opinión a una doctrina que apunta expresamente a determinadas personas y que tiende a suprimirles sus derechos o a exterminarlas.”

“(…)si el judío no existiera, el antisemita lo inventaría.”

“Si por milagro, y conforme a su deseo, todos los judíos fueran exterminados, se encontraría siendo portero o tendero de una sociedad muy jerarquizada donde la cualidad de “verdadero francés” estaría a vil precio puesto que todo el mundo la poseería; perdería el sentimiento de sus derechos sobre su país, puesto que ya nadie habría de discutírselos y desaparecería de golpe esa igualdad profunda que lo aproxima al noble y al rico, puesto que era sobre todo negativa. Sus fracasos, que atribuye a la competencia desleal de los judíos, tendría que imputarlos urgentemente a otra causa(…) Por eso el antisemita tiene la desgracia de necesitar vitalmente del enemigo que quiere extirpar de la nación.”

“El antisemita teme descubrir que el mundo está mal hecho: en ese caso sería necesario inventar, modificar, y el hombre volvería a ser dueño de su propio destino, dotado de una responsabilidad angustiosa e infinita. Por eso circunscribe en el judío todo el mal del universo.”

“Bajo la amargura del antisemita se disimula la creencia optimista de que la armonía, una vez suprimido el mal, se restablecerá por si misma. Su tarea, pues, es únicamente negativa: no hay que construir una sociedad, sino purificar la que ya existe.”

“(…)el antisemita-como el mal se encarna para él en hombres desarmados y poco temibles-nunca se ve en la penosa necesidad de ser heroico: es divertido ser antisemita. Se puede pegar y torturar a los judíos impunemente(…)”

“(…)No es culpa suya, después de todo, si su misión es reducir el mal con el mal”

“(…)muchas personas que declaran aborrecer a los judíos(…) no les harían el menor mal, pero no levantarían un dedo para impedir que los persigan. No son antisemitas, no son nada, no son nadie y como, a pesar de todo, es necesario parecer algo, se hacen eco, rumor, van repitiendo, sin pensar en hacer daño, sin pensar en nada, algunas fórmulas aprendidas que les dan derecho de acceso a ciertos salones.”

“Uno de mis amigos me citaba a menudo a un viejo primo suyo que iba a comer a su casa y de quien se decía con cierto respeto:”Julio no puede soportar a los ingleses”. Mi amigo no recordaba que se hubiese dicho otra cosa sobre el primo Julio. Pero ésa bastaba: había un compromiso tácito entre Julio y su familia; ante él, evitaban ostensiblemente hablar de los ingleses, y esta precaución le daba la apariencia de existir a los ojos de su prójimo(…) y luego, (…)alguien(…)lanzaba como por inadvertencia una alusión a Gran Bretaña o a sus dominios; entonces el primo Julio fingía montar en cólera, sintiéndose existir durante un momento; y todos quedaban contentos.”

“Es un hombre que tiene miedo. No de los judíos, por cierto: de si mismo, de su conciencia, de su libertad, de sus instintos, de sus responsabilidades, de la soledad, del cambio, de la sociedad y del mundo; de todo, menos de los judíos. Es un cobarde que no quiere confesarse su cobardía; un asesino que reprime y censura su tendencia al homicidio sin poder refrenarla y que, sin embargo, no se atreve a matar sino en efigie o en el anonimato de una multitud; un descontento que no se atreve a rebelarse por temor a las consecuencias de su rebelión. Adhiriéndose al antisemitismo, no adopta sencillamente una opinión: se elige a si mismo como persona. Elige la permanencia y la impenetrabilidad de la piedra, la irresponsabilidad total del guerrero que obedece a sus jefes-y no tiene jefe-. Elige no adquirir nada, no merecer nada, pero que todo le sea dado de nacimiento-y no es noble-. Elige, por último, que el bien sea un hecho consumado, fuera de cuestión, fuera de alcance, y no se atreve a contemplarlo por miedo de ser llevado a discutirlo y a tener que buscar otro. El judío es para él un pretexto: en otros países, utilizarán al negro; en otros, al amarillo. La existencia del judío permite sencillamente al antisemita ahogar en embrión a sus angustias, persuadiéndose de que su puesto estuvo siempre señalado en el mundo, que ese puesto lo esperaba y que él tiene, por tradición, el derecho de ocuparlo. El antisemitismo, en resumen, es el miedo ante la condición humana. El antisemita es el hombre que quiere ser peñasco implacable, torrente furioso, rayo devastador: todo menos un hombre.”

“¿Existe el judío? Y si existe, ¿qué es?¿Es ante todo un judío o ante todo un hombre?¿Reside la solución del problema en la exterminación de todos los israelitas o en su asimilación total?¿No podemos entrever otra manera de plantear el problema y otra manera de resolverlo?”

“En 1940, por ejemplo, muchos franceses se plegaron al movimiento Pétain que no se abstenía de predicar la Unión con todos los sobreentendidos que conocemos. Después ese gobierno tomó medidas antisemitas. Los “petenistas” no protestaron. Sentíanse incómodos, pero si Francia podía salvarse al precio de algunos sacrificios, ¿no era mejor cerrar los ojos? Desde luego, no eran antisemitas, y hasta hablaban a los judíos que encontraban en la calle con una conmiseración llena de cortesía. Pero ¿cómo pretender que esos judíos no hayan sentido que los sacrificaban a los espejismos de una Francia unida y patriarcal? Hoy vuelven a sus casas los pocos de ellos que los alemanes no deportaron o asesinaron. Muchos fueron resistentes de la primera hora; otros tienen un hijo, un primo en el ejército de Leclerc. Francia entera se regocija o fraterniza en las calles, las luchas sociales parecen provisionalmente olvidadas; los diarios consagran columnas enteras a los prisioneros de guerra, a los deportados. ¿Es que no se hablará de los judíos?¿Es que habrá de saludarse el regreso de los que lograron escapar, es que habrá de concederse un pensamiento a los que murieron en las cámaras de gas de Lublin? Ni una palabra. Ni una línea en los diarios. No hay que irritar a los antisemitas. Más que nunca Francia necesita unión. Los periodistas bien intencionados nos dicen: “En interés de los mismos judíos, no hay que mencionarlos en este momento”.”

“(…)una frase de Beaumarchais: a juzgar por las cualidades que se exigen al judío para asimilarlo a un “verdadero” francés, ¿cuántos franceses, en su propio país, serían dignos de ser judíos?”

“(…)Puede escoger entre ser valeroso o cobarde, triste o alegre; puede escoger entre matar a los cristianos o amarlos. Pero no puede escoger no ser judío. O mejor dicho, si escoge esto último, si declara que el judío no existe, si niega en sí mismo violentamente, desesperadamente el carácter judío, es judío precisamente por ello.”

“(…)la creencia más ingenua aún de que la violencia no es necesaria de ningún modo en las relaciones humanas.”

“(…)Sueñan, desde luego, con integrarse en la nación pero como judíos. (…)Lo que hace el judío se una situación concreta; lo que le une a los demás judíos es la identidad de situación.”

“(…)En una sociedad cuyos miembros son todos solidarios porque todos están comprometidos en la misma empresa, no habría sitio para el antisemitismo. Manifiesta, por último, cierto vínculo místico y participacionista entre el hombre y su “bien” que resulta del régimen actual de la propiedad. Por eso, en una sociedad sin clases y fundada en la propiedad colectiva de los instrumentos de trabajo, cuando el hombre, liberado de las alucinaciones del trasmundo, se lance por fin en su empresa, que es hacer existir el reino humano, el antisemitismo no tendrá ya ninguna razón de ser: se lo habrá cortado de raíz.”

2 comentarios:

Cielo dijo...

“(…)me niego a llamar opinión a una doctrina que apunta expresamente a determinadas personas y que tiende a suprimirles sus derechos o a exterminarlas.”

me re gusto eso :)
Espero chatear pronto!
te dejo un abrazo!
Cieli

dijo...

muy buen texto.

te quiero, te sigo esperando en mi buenos aires querido. lo que te pasa cuando entras a mi blog es genial.