Camino por las calles vacías en la tarde del después; tardes tan comunes como mágicas, tardes que son finales de otra mañana, de otro día en el que supe sonreír. Pocas personas en su mundo van hacia ningún lugar; te imagino caminando y tal vez estés pensando en mi; los perros corren, juegan, descubren, se sorprenden, a veces lloran y a veces están felices y a veces me pienso porque no entenderán cuando les hablo de libertad; algunos locos se sientan en la plaza a escribir.
El pueblo es tranquilo, y así se aprecia su belleza, se le encuentra el encanto. Las flores, los pájaros, las canciones del viento, sus caminitos limpios, el pasto bien cortado, las casas cuidadosamente pintadas, los nenes jugando al fútbol en las veredas, bicis sin candado, gente sin miedo, la forma de las nubes, el sol, el olor de la tierra.
Siento algo y pronto sé lo que esta pasando. Desde la ruta viene llegando un murmullo que pronto serán voces que le darán vida a las calles vacías. Voces que se perderán en los recuerdos pero que dejarán sonrisas que ya nadie podrá borrar. Ojitos que observan por primera vez un lugar del que suelen hablar, amigos que saben qué buscar y otros que dejaron sus planes al azar. Pequeños mundos que escapan de la rutina para poder caminar y charlar y reír en otro lugar, descubriendo, creando, soñando.
Entonces los lugares se pueblan de secretos y las historias que nadie contará empiezan a llenar el pueblo, le dan el alma al lugar. Y alguien descubrirá algún cuento en algún rincón, alguien cruzará una calle que no debía cruzar, alguien se esconderá entre las ramas a escribir una canción, alguien reirá otra vez, alguien conocerá un amor, alguien pensará en que no es tan difícil volar. Y todos olvidarán esa tarde muchos años después, cuando las tardes ya no sean tan comunes y mágicas, pero la marca que llevan por dentro les va a avisar, cuando escuchen tu nombre, que eran felices cuando solo tuvieron amigos de verdad en este lugar lejano, y no podrán evitar sonreír, como los locos que ríen solos.
La plaza se vuelve a vaciar. Las calles, los baldíos, los edificios viejos vuelven a descansar, a mostrar su belleza. Quedo sentado solo en un banco de la plaza, y en esa soledad descubro que la soledad sirve para pensar, pensar que la soledad solo existe cuando fuiste feliz, y la felicidad esta cerca aunque ahora no la puedas tocar. Pero sé que mañana será otro día para sonreír, y mientras el sol baja recuerdo momentos y sonrío como solo otros lo harán, mientras las señoras que salen a caminar creen que soy loco, y los perros que saltan en la fuente no se dan cuenta de que es anormal.
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