¿Cuándo tendrán sentido las palabras? ¿Cuando se escriben? ¿O será cuando alguien las escucha? ¿O será cuando alguien las vuelve a repetir?
En algún lugar, en algún tiempo, alguna vez, todo tuvo que empezar.
¿Cuándo será que empieza una historia? ¿Cuándo empezamos a ser? ¿Será cuando nacemos?¿O tal vez en el momento en que nuestros padres nos imaginaron? Tal vez sea cuando vemos el mundo por primera vez; o solo recién cuando logramos entenderlo.
¿Cuándo empieza una historia? ¿Cuando la vivimos, cuando la sentimos o cuando la entendemos? ¿Nuestra historia empieza con nosotros, o tal vez mucho antes de que alguien nos imaginara? Allí en los castillos medievales o en las selvas americanas, donde personas con nuestros rasgos no pensaban que alguien con su sangre pudiera vivir siglos después, en un mundo que nunca hubieran comprendido. ¿Nuestra historia empieza con nuestros antepasados o empezará cuando damos los primeros pasos y balbuceamos lo que los grandes repiten?
O será que empieza cuando pensamos por nosotros mismos y entendemos lo que sentimos. Pero esto no es totalmente posible.
Tal vez nuestra historia empieza cuando olvidamos lo que el mundo nos dice que hagamos y somos libres y hacemos lo que dicta nuestro corazón. Tal vez empieza cuando escuchamos a nuestro corazón. Pero entonces… ¿qué somos antes de eso?
Quizá no sabemos que algo empieza hasta que nos damos cuenta que ya esta en marcha. Y no recordamos cuando fue que empezó, y hasta creemos que es eterno, y que siempre fue así.
Pero en algún lugar, en algún tiempo, todo tuvo que empezar. Y algún día terminará.
¿Cuándo terminará una historia? ¿Terminará con nosotros, o terminará cuando nadie la cuente? O tal vez cuando ya nadie la recuerde…
¿Extrañar será darse cuenta que algo terminó? No, es recordar el tiempo en que fuimos felices. Es recordar el ser feliz. Es saber que no olvidamos como ser feliz.
Entonces, ¿una historia termina en el olvido? ¿O seguirá estando, se seguirán escribiendo capítulos que nunca nadie leerá?... pero que existen. Y gente que nunca imaginamos tendrá nuestros gestos y cosas que alguna vez usamos alguien volverá a usar y palabras que dijimos se volverán a pronunciar, aunque ya no estemos y quien las diga no nos conozca.
¿Habrá finales para nuestra historia? ¿O en realidad nada empieza y nada termina, todo sigue, aparentando cambiar al vernos diferentes pero siendo los mismos de siempre?
Tal vez todo sea eterno y aunque cambien la ropa, la música, los medios de transporte, las palabras, las enfermedades, los prejuicios y las formas de pensar, siempre fuimos, somos y seremos los mismos, esos que pueden escuchar el corazón del otro y descubrir la verdad mirando a los ojos.
Siempre fuimos animales capaces de reír, capaces de llorar por nuestro corazón, capaces de caer y volver a levantarse aunque todos digan que volverás a caer, capaces de soñar, capaces de creer en lo imposible, capaces de vivir y comprender que no es vivir trabajar para tener casa, auto, computadora y mucho dinero, sino que vivir es poder soñar y ser feliz. Somos capaces de soportar dolor pero saber olvidarlo al momento de perdonar para volver a empezar. Somos humanos, capaces de errar… pero también de darse cuenta. Somos capaces de inventar nuestros caminos. Somos, siempre lo fuimos, capaces de amar.
Dejemos de aparentar que la vida esta en el dinero en vez de en la amistad, que la felicidad es la comodidad, que la libertad es la soledad. Dejemos de creer que el hombre nació solo y solo enfrenta al mundo, porque el mundo somos todos y todos nacimos aquí. Dejemos nuestro invento de vida de lado y empecemos a ser eso que somos desde ese principio incierto y en aquel final abierto: seres que razonan escuchando su corazón.
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