viernes, 16 de noviembre de 2007

Fogón 2007!


Quiero dejar constancia del mejor fogón que alguien alguna vez haya podido ver o imaginar o crear. Quiero que todos sepan y se enteren que en Rivera, en la escuela agraria, en mi corazón, sucedió uno de esos hechos irrepetibles que marcan etapas y simbolizan recuerdos. El fogón, los de la escuela agraria, los que sabemos lo que es un fogón, esos palos de siete metros de alto quemándose para abrigar a la gente con sus tibias llamas, esa noche que une a la tradición con la vida y que enseña a vivir a la vida misma. Y si, fue el mejor fogón que haya conocido la historia. O al menos, que haya conocido mi historia. O mejor, lo que para mi es más importante, el fogón que yo elijo como mejor. Y no es solo por lo que significa el fogón, sino por todas aquellas cosas invisibles que lo vuelven mágico, esa palabra que le gusta a Albana. Es cuando cada uno hace lo que puede y lo hace lo mejor posible e incluso más, porque se hace con ganas, se hace queriendo. Es cuando cada uno gasta todo su esfuerzo por los demás. Aunque el gasta no concuerde con la frase. Es la suma de todas esas actitudes positivas que probablemente nadie había calculado: desde el que te compra solo para colaborar, hasta el que hace porque sabe que lo puede hacer y no porque quiera hacerlo, el que dona y el que trabaja el doble, el que ayuda y el que organiza, el que aporta ideas y los que aplauden y apoyan. Y si, a pesar de que el cantante era un perro, y de que los mejores otra vez fueron los de la agraria, a pesar de que el fogón no prendió perfecto, a pesar de que nuestra entrada fue poco convencional, a pesar de que hubo cola en las papas fritas, a pesar de que el sonido y las luces no andaban, a pesar de que las palabras quedarán repitiéndose cortadas eternamente al viento, a pesar del frío, a pesar de que lo organizamos en dos semanas, paramos el fogón en un día, tuvimos poca leña, a pesar de que estaba todo bien y al final terminamos todo sobre la hora, a pesar de que los policias comieron como cinco kilos gratis, a pesar de la mugre y del viento que no paró de soplar, a pesar de que no hubo tanta gente, a pesar de que no todo haya salido perfecto... que bien salió todo. Fuimos un grupo unido sin siquiera hablarnos. Estuvo perfecto aunque haya estado todo mal. Fue el mejor fogón... lejos.

Y éstas son las palabras que no se pudieron escuchar, aunque quedarán por siempre dentro de todos mis compañeros y dentro mío, que es lo que importa. Las escribimos con Albana, pero no nos pertenecen solo a nosotros... no hubieran existido sin el grupo, sin la escuela, sin la amistad... sin la agraria.

Palabras al fogón

Fogón 2007 son palabras que tal vez no vuelvas a repetir. El fogón puede parecerles uno más, pero no por eso es menos. Desde que entramos a la escuela que nos enseño una forma de vida vimos al fogón como algo grande; gigante; el símbolo de una escuela, una meta a llegar... pero una meta inalcanzable, imposible... al menos lejana.
Cuándo fue que crecimos no lo sé, cuándo dejamos de ver el fogón como un imposible para ser ahora sus organizadores; ansiosos, nerviosos, orgullosos, alegres, sobre todo alegres, organizadores; tampoco es un momento que recuerde. cuánto hemos crecido sin siquiera notarlo, que ahora lo que hasta ayer era lejano, hoy es nuestro presente... y ya mañana será un recuerdo.
El fogón siempre fue más que una fiesta folklórica, es más que el reencuentro de amigos y de nuestra tradición, incluso más que el sueño de un último recuerdo con tus compañeros. La llama del fogón representa todos nuestros anhelos, nuestras esperanzas. La llama del fogón es la ilusión de los cientos de jóvenes que soñaron y aún sueñan, es la verdad de un grupo de amigos que compartieron todo durante tanto tiempo, será el recuerdo de toda nuestra juventud.
Y las cenizas quizá el destino, cuando el viento las lleve a todos los rincones del mundo para que todos sepan de la grandeza de esa llama. Como nos sucederá a nosotros, guiados por nuestros sueños mostraremos al mundo todo lo que aprendimos, lo que nos alegramos, lo que sufrimos, lo que vivimos mientras la llama estuvo prendida.
Siempre formamos parte de un pasado que es nuestro presente, aunque esto sea contradictorio, aunque nuestro sentir y ver sean un fogón estamos encendiendo 22 fogones que, junto a todas aquellas piezas, los formaron con magia adolescente, también cría de la alegría y la felicidad, la esperanza y las ganas de querer ser de la agraria, nada más que por un momento, sin intentar arrepentirse, y sin verguenza a que nuestros ojos se llenen de lágrimas.
Por el calor de las llamas, por mirar el pasado sin haberlo conocido, porque sigue siendo parte del presente continuamente...
Y cada vez que las llamas vuelvan a encenderse, estaremos nosotros ahí; nosotros eternamente, brillando con nuestros sueños y nuestra esperanza, junto a todos, junto a la historia de nuestra escuela; junto a nuestra historia.

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