sábado, 19 de enero de 2008

Derribando mitos

Entrevista al rabino Arthur Blecher

Derribar mitos arraigados en el judaísmo, eso es lo que se propone en su nuevo libro el rabino estadounidense Arthur Blecher. La idealización de la vida en el shtetl, las enormes diferencias entre el judaísmo de los tiempos bíblicos y el miedo a los matrimonios mixtos son algunos de los temas que analiza en esta profunda entrevista.
Cuando le preguntan si esperaba que, en el judaísmo, su nuevo libro causara polémica, el rabino Arthur Blecher ríe y afirma “Si no hubiese nadie en desacuerdo conmigo, estaría perdiendo mi línea. Yo suelo referirme a mí mismo como el rabino ‘no ortodoxo’”. El libro de Blecher “The New American Judaism: The Way Forward on Challenging Issues From Intermarriage to Jewish Identity," (“El nuevo judaísmo americano, el camino de los desafíos desde el matrimonio mixto hasta la identidad judía”), habla de temas teológicos e históricos judíos, pero es, sin embargo, una lectura energizante, fresca, que deja de lado los términos complicados, de tal modo que incluso un no judío no tendrá problemas en entender las ideas de Blecher. El rabino de Washington dice que aquello que él busca derribar no es, en absoluto, la tradición, sino ciertos mitos dominantes que se han arraigado en el judaísmo norteamericano. Entre otras creencias populares, Blecher se encarga de desmitificar que el judaísmo es una fe de 4000 años de antigüedad, que la vida era mejor en los shtetls de Europa, que el matrimonio mixto daña al judaísmo, que la creencia en el cielo, el infierno y Satán son ajenas al judaísmo y que el judaísmo está “en peligro de extinción”. Blecher habló acerca de la vida en el shtetl, los sacrificios animales y otros temas...- Usted escribe “Las diferencias entre las prácticas bíblicas y el judaísmo moderno son tan grandes que no puede considerarse que se trate de la misma religión”- Sí, el método de rezo, de conexión con Di's en los tiempos bíblicos – el sacrificio animal- era una práctica diaria. Era tan importante en la vida religiosa cotidiana, que el judaísmo actual sería algo irreconocible para alguien de esa época. Los judíos de hoy tampoco tienen relación con todo ese sistema: sacrificios, rituales de pureza e impureza, una clase social de sacerdotes, rezos centralizados- todo nos es muy ajeno. De vivir allí, no reconoceríamos que esa es nuestra religión. - Y además de la creencia en el monoteísmo y la justicia social (tzedaká), ¿qué más tienen en común los judíos antiguos con los actuales?- Bueno, el monoteísmo y la justicia social son dos grandes cosas. Las historias ancestrales que son parte del judaísmo actual también son de larga data. Algunas prácticas, como la circuncisión, el Shabat, y el calendario agrícola tienen dos o tres mil años de antigüedad. Sí que hay cosas en común. Pero gran parte de la forma en que los judíos del período bíblico pensaban y rezaban no existen en el judaísmo actual. - Y usted escribe que esas creencias incluían al cielo y al infierno. ¿Cuándo es que los judíos dejaron de creer en el cielo y en el infierno?- Esa es una buena pregunta. No hay documentación acerca de cuándo, exactamente, se abandonó esa creencia. Nunca fue algo oficial- de alguna forma, cayó simplemente en desuso. Con el paso del tiempo, el pueblo judío se fue volviendo un poco más racionalista, un poco más científico, y las creencias en el cielo, el infierno y Satán fueron desgastándose. Pero no hay documentación de ninguna época que marque que haya existido una discusión sobre estas creencias. Con el tiempo, hay ideas que ingresan al judaísmo, y otras que se abandonan. Hay costumbres y prácticas que se adoptan, otras que se dejan de lado. Es una gran cantidad de cambios. - ¿Qué edad tiene el judaísmo, si no 4000 años?- Hay más de una edad. Hay partes del judaísmo que se remontan 4000 años. La mayor parte de lo que hoy consideramos judaísmo tiene 2.000 o 2500 años de antigüedad – es la religión posterior al Segundo Templo- apenas pocos años más que el cristianismo. Una gran parte de lo que el mundo occidental considera hoy judaísmo- las distintas corrientes, el rol de los rabinos, el racionalismo- tiene apenas 100 años. - También escribe que el “mito” de la vida de Europa del Este en un shtetl, como se la ejemplifica en “El violinista en el tejado”, no es del todo cierto. ¿Cómo era, en verdad la vida de los judíos del Este de Europa en el siglo XIX?- Shtetl es una expresión idish que quiere decir “pueblo” o “pueblito”. Los judíos americanos tienen una imagen romántica de lo que eran estos pueblitos judíos, con gente que vivía vidas idealizadas- eran pobres, pero eran felices. La verdad es que la mayoría de los judíos europeos vivían en ciudades. Es decir, en barrios judíos, pero dentro de las grandes ciudades. Muchos de los shtetls no eran enteramente judíos. Y la vida allí tenía sus partes buenas y malas. Había mucha opresión, pobreza y tensión entre ricos y pobres. La vida judía era, frecuentemente, represiva con aquellos que no estaban casados o no eran parte de una familia. No había oportunidades para las mujeres. Era una forma de vida llena de supersticiones. Había, sí, aspectos enriquecedores y momentos alegres, pero también había mucho de opresión y de ignorancia. Y cuando, al principio del 1900, comenzó a haber oportunidades en Norteamérica, muchos judíos de los pueblos emigraron. - Nunca había escuchado el término ‘judío parcial’ antes de leer su libro. ¿Es un concepto usado en el judaísmo contemporáneo, o usted lo inventó?- ‘Judíos parciales’ es un término mío. Lo uso para describir el fenómeno de los hijos de familias mixtas (cuando un padre es judío y el otro no). Esos chicos se identifican, en parte, como judíos, y en parte como católicos o protestantes. Es como una doble identidad. Yo sé mucho del tema de los matrimonios mixtos. Lo he estudiado, conozco cientos y cientos de familias mixtas. Casi dos tercios de mi congregación son familias mixtas. Y muchos hijos de parejas mixtas se identifican con ambos padres, sin importar cuál sea la religión ‘oficial’. Creo que es un nuevo fenómeno que el judaísmo debe aceptar, en lugar de preocuparse. No hay ningún tipo de evidencia de que aceptar el matrimonio mixto diluya o dañe al judaísmo. Es simplemente una ansiedad basada en la inexperiencia- es el miedo a lo desconocido.
Por Tim Follos
Traducido y adaptado de Read Express, suplemento del diario Washington Post

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