martes, 15 de enero de 2008

Palabras torpes... pero vamos mejorando...

La noche esta estrellada, y hoy no hay viento. El fuego es tibio, e ilumina apenas... ilumina solo lo que querés ver. Entonces estan ellos felices, ellos que saben de todo esto, ellos que desde afuera demuestran que supieron estar adentro. Estan ellos, y sus imágenes se ven hermosas, mezclan la felicidad con el saber que la felicidad a veces cambia. Sus jultzot hablan por ellos, y es entonces que el fuego deja ver el resto.
El resto somos nosotros, también bajo esa noche estrellada. Nosotros que nos miramos y no sabemos bien quienes somos. Nosotros que nos conocimos alguna vez, que hablamos y compartimos sin querer. Que quisimos, pero sin querer. Estamos nosotros y ahora sabemos que si, que el tiempo paso, y ni siquiera trato de avisarnos. Ahora lo sabemos, el último paso del camino es el comienzo de otro. Pero igual quiero mirar una vez más atrás antes de seguir...
La tnuá siempre fue dificil de explicar. Se pueden explicar las leyes físicas, se puede explicar razones del sionismo, se puede explicar el pensamiento... pero la tnuá no la sé explicar. Al principio fue un marco en el que todos hablaban, todos hacían, en la tnuá nadie esta quieto, todos opinan, todos dicen, todos hacen, todos quieren, todos aprenden, todos disfrutan. En la tnuá uno puede pensar... en la tnuá uno puede decir. Pero de repente, todo se hizo más grande.
Y la tnuá se fue transformando en amigos, en amores, en aventuras, en recuerdos, en descubrir, en conocer, en ayudar, en creer, en ser. Ser judío, ser amigo, ser hejalutz. Y es entonces cuando el fuego los ilumina a ustedes, los que fueron mi tnuá. Están los madrijim, están los que ayudan, están los que acompañan... pero ustedes son mi tnuá.
Y ahora que lo entendí, ahora que lo sé, es cuando la tnuá empieza a pertenecernos. Siempre la sentí mía, mía y de todos, pero ahora es cuando debemos ponernos al mando... y hacerla funcionar, para que todos puedan sentir y vivir lo que a nosotros nos tocó.
Habrá muchas noches más estrelladas, habrá muchas más llamas que iluminen nuestrs rostros. Pero no volveré ya a sentir por primera vez esa sensación de darme cuenta que los quiero mucho. Pero ya no lo olvidaré...

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