La cuestión del aborto, la regresión cultural a que asistimos y la libertad de conciencia.
Entrevista Stefano Rodotà (publicada por Sinpermiso.info - **06/01/08*)
«La cuestión no es respetar la íntima convicción de los políticos, sino tener leyes que respeten la libertad de acción de cada uno de nosotros ante decisiones vitalmente importantes». Eleonora Martini entrevista al celebrado jurista italiano Stefano Rodotà sobre la “moratoria” respecto al aborto aceptada por una parte del centroizquierda italiano, análoga a la paralización preelectoral por parte del PSOE de la reforma progresiva de la ley del aborto en España.
No la considera una provocación, una trampa tendida a la mayoría gobernante. Stefano Rodotà, jurista y ex garante de la privacy, cree más bien lo justo medir con “otra vara” la propuesta de una “moratoria” sobre el aborto lanzada desde Foglio por Giuliano Ferrara. “Es síntoma de la grave regresión cultural y política que estamos viviendo”, afirma. “Este debate está creando un clima que tiende a poner de nuevo en discusión, en el peor de los modos, una conquista cultural y legislativa muy importante. Son, éstas, batallas de largo aliento, y sería un error de subestimación leerlas sólo con los parámetros de la actualidad. No es, de hecho, cierto que pronto dejaremos atrás esta polémica: se ha introducido en la discusión cultural italiana un tema que puede tener efectos gravísimos”.
¿Merece la pena hablar de la propuesta de una “moratoria” sobre el aborto, con la intención de llevar el asunto a la ONU a la par que el de la pena de muerte?
Yo hablaría más bien del clima que se ha creado para volver a proponer el tema de la revisión de la ley 194, y en general, para afrontar la cuestión del aborto. Lo que, en mi opinión, se corresponde perfectamente con la regresión cultural que estamos viviendo. Lo digo por distintas razones, la primera de todas, lo inapropiado de la comparación con la pena de muerte: la asociación con la moratoria de la ONU ha sido un golpe mediático, pero no desde luego una contribución a la discusión seria de un tema que precisa de gran familiaridad con el conjunto de la vida cultural. El aborto no es un resultado de políticas diseñadas por quien no respeta la vida, sino que es algo que, dígase así, acompaña antropológicamente al ser humano.
La necesidad de esa familiaridad con el conjunto de la vida cultural era la primera enseñanza del pensamiento de las mujeres...
Sí, y en este debate ha sido completamente borrada. La mujer ha desaparecido de esta discusión, convirtiéndose simplemente en el objeto de máquinas de disuasión despachadas por políticas de prevención. Lo que se trata de apoyar –por ejemplo, metiendo también a psiquiatras en los comités médicos encargados de valorar las peticiones de aborto— es el supuesto de que la mujer carece de autonomía de juicio, capacidad de decisión responsable. La prevención se entiende, pues, como política de disuasión, más que como información sobre la contracepción, incluida la píldora del día siguiente –a la que se demoniza—, y sobre la disponibilidad de los servicios sociales adecuados para las mujeres madres. Con esa política de disuasión se llegó, en otros tiempos, a la aberración de proponer un premio para las mujeres que renuncien a la interrupción del embarazo. Una de las cosas más horribles para una sociedad: comprar un chiquillo, sin preocuparse del drama psicológico y social que eso genera.
Y la izquierda, ¿se salva de esta regresión cultural?
Una parte de la izquierda y del centroizquierda muestra, frente a esta ofensiva, toda su debilidad, su incapacidad de reacción cultural, más aún que política: otro aspecto de la regresión que vivimos. Hablando de la ley 194, habría que recordar algunos datos de hecho: el descenso del número de abortos, la desaparición de una clandestinidad que se cobraba muchas víctimas, el fin del turismo abortivo, que era un privilegio de clase, de quien podía permitirse tomar un charter a Inglaterra. Para seguir sin perder de vista la realidad, recuérdese que las políticas prohibicionistas en países como la India, en donde se practica el aborto selectivo de las hijas, han resultado ineficaces por la multiplicación de expedientes. Y cuando en aquellos países no estaba legalizado el aborto, nacían los niños y se les mataba. El aborto selectivo de las hijas es una práctica tan antigua, que no se cancela de un día para otro.
Y desde luego no se cancela promoviendo la cultura fundamentalista que ve a la mujer como a un animal procreativo...
Evidentemente. La idea de la mujer como contenedor, sobre cuyo cuerpo puede el legislador legiferar impunemente, sin tener en cuenta su voluntad, es, nuevamente, hija de la regresión cultural. Hemos tenido ocasión de leer estos días un dato inquietante: en Lombardía, dos tercios de los médicos son objetores de conciencia. Es un hecho grave, y me recuerda que ya después de la ley había quien llamaba a la objeción hasta de los camilleros o de los cocineros de las empresas que servían a los sitios en que se practicaban abortos. Hasta entonces, se quería reducir a la mujer a una condición humillante, en vez de proporcionarle un servicio adecuado. Análogamente, la aceptación social del handicap no pasa por hacerles un sermón a las mujeres; pasa por ofrecer servicios, sostén, inversión social.
Vuelve a hablarse de riesgo de eugenesia, un fantasma levantado de tanto en cuanto por la derecha y por las jerarquías católicas...
Si no se añade un ingrediente terrorista a las campañas contra la interrupción del embarazo, sus argumentos acaban teniendo muy poca repercusión. Recuerdo muy bien que durante la campaña del referéndum para la ley 194 el diputado democristiano Carlo Casini, hoy europarlamentario, hacía sus giras con un embrión en garrafita. Hay que recordar que los partidarios de la ley 40 defendían la prohibición del diagnóstico preimplantación diciendo que, en caso de malformación, la mujer siempre podría recorrer al aborto terapéutico en el curso del embarazo. En suma, este discurso sobre la eugenesia no se hace con datos concluyentes, y remite antes bien a una cultura que prefiere a la mujer cautiva de una especie de prejuicio negativo, en vez de verla como un ser responsable que manifiesta su derecho a una elección libre e individual.
Se antepone, en cambio, la libertad de conciencia de los políticos, ¿no le parece?
¡Por favor! La libertad de conciencia siempre se toma en consideración. Pero, en realidad, en estos llamados asuntos éticamente sensibles y que afectan a las decisiones individuales, la libertad de conciencia que debe respetarse es la de la persona que debe tomar la decisión. El punto clave no es la libertad de conciencia del político, sino el hecho de que la ley no puede expropiar la libertad de conciencia de cada uno de nosotros. Y este es un límite a la invasividad de la política y al uso prohibicionista de la ley. Por lo demás, también es evidente que de este modo la política pierde su sentido de gran debate público y se privatiza, y también esto es un síntoma de regresión cultural. La confrontación de ideas deja paso al enrocamiento en la torre de marfil de la propia conciencia, de la cual no se responde ni ante la política ni ante la colectividad. Pero ¡cuidado con el efecto cascada de la objeción de conciencia!: ¿por qué entonces no habría de poder un juez negarse a aplicar una ley no conforme con la propia conciencia?
Stefano Rodotà es expresidente de la autoridad italiana garante de la protección de los datos personales y expresidente, asimismo, del Grupo del Artículo 29 sobre protección de datos de la Unión Europea.
Traducción para www.sinpermiso.info: Casiopea Altisench
Algun día tengo que escribir sobre el aborto... hoy no tengo ganas, debería pensar para hacerlo, pero sepan que no estoy de acuerdo. Y aunque este texto no sea muy anti-aborto y no coincida completamente con él, es interesante... al menos lo que dice no lo dice sin una dosis de razón...
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